Breve historia de la literatura argentina by Martín Prieto

Breve historia de la literatura argentina by Martín Prieto

autor:Martín Prieto [Prieto, Martín]
La lengua: spa
Format: epub
editor: Penguin Random House Grupo Editorial Argentina
publicado: 2014-06-23T03:00:00+00:00


LOS SIETE LOCOS - LOS LANZALLAMAS

Su novela siguiente, en cambio, publicada en dos libros —Los siete locos, en 1929, y Los lanzallamas, en 1931—, pese a que algunos de sus capítulos fueron anticipados en la revista Claridad, en cuya editorial, por otra parte, finalmente se publicó la segunda edición de El juguete rabioso, en 1931—, trasciende por completo la limitación histórica y generacional.

Los temas instalados en El juguete rabioso —la humillación, la traición, el sueño, la angustia— reaparecen tres años después en Los siete locos - Los lanzallamas.

La primera parte, firmada en Buenos Aires el 15 de septiembre, relata tres días en la vida de Remo Erdosain, desde que es descubierto su desfalco a la empresa azucarera en la que trabaja como cobrador, hasta que su amigo el Astrólogo simula asesinar a Barsut, el primo de la mujer de Erdosain, quien, por celos, lo había delatado ante la compañía. La segunda parte, Los lanzallamas, narra el devenir de “los monstruos” —ése era el título que Arlt le tenía reservado a la novela, y que según su propio testimonio fue cambiado por sugerencia de Carlos Alberto Leumann— desde la falsa muerte de Barsut hasta la noticia del suicidio de Erdosain en un tren suburbano, seguida de un resumen del destino final de los personajes.

La representación de la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores, siguiendo una topografía estricta, las descripciones físicas de cada uno de los personajes, y el lenguaje coloquial en el que se comunican, contribuyen, como en El juguete rabioso, a instalar un verosímil sobre el que se respaldan los acontecimientos narrados, tributando de este modo a los requerimientos de base del programa realista. Pero la hipérbole —los sentimientos, las ideas y las teorías de los personajes son una verdadera exageración—, y la irreprimible tendencia hacia lo fantástico, no en términos convencionales de género, sino en cuanto a que los sueños y la imaginación de los personajes adquieren en el relato igual estatuto que los acontecimientos —llamados en la novela “las actividades reales”—, minan ese mismo verosímil en el que sin embargo se asientan. Los personajes no son tipos, como en el realismo neto, ni casos, como en el naturalismo de pretensiones cientificistas, sino puras individualidades, destacadas muchas veces en sus apodos: Bromberg es, también, “el Hombre que vio a la Partera”, Haffner, “el Rufián Melancólico”, etc. Por otra parte, el lenguaje coloquial o, aun, el meramente referencial, están contaminados por un vocabulario en el que, como hubiera dicho Castelnuovo, prima “el embrujo de su sonoridad” y donde la música de las palabras se privilegia por sobre su significación natural, lo que produce a veces un extrañamiento en el sentido de lo que se está leyendo. Por último, Arlt inventa la figura del Comentador, que cumple una función anfibia entre la de un personaje secundario y un narrador omnisciente que, en imprevistas notas al pie, va comentando algunos hechos del relato, anticipando otros y develando otros más, como la falsedad de la muerte de Barsut, que directamente no se narran en el cuerpo del texto.



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